
La seguridad energética es un tema central en la agenda de desarrollo de México. En el contexto actual de transición energética, volatilidad geopolítica y creciente demanda interna, asegurar el suministro continuo, estable y sustentable de energía se ha vuelto no solo una meta técnica, sino una condición necesaria para la estabilidad económica del país.
Desde mi experiencia como experto en política energética, abordaré los retos fundamentales que enfrenta México en 2025, las respuestas institucionales que ya se están implementando —especialmente desde Pemex y el gobierno— y el impacto real que estas medidas tienen sobre la confianza y el comportamiento de los inversionistas nacionales e internacionales.
¿Qué es la seguridad energética y por qué importa ahora más que nunca?
El concepto de seguridad energética hace referencia a la disponibilidad ininterrumpida de fuentes energéticas a precios asequibles. No se trata solo de tener petróleo o gas: implica una cadena completa —desde la producción y almacenamiento, hasta el transporte, distribución y consumo final— que debe mantenerse resiliente ante riesgos externos e internos.
Hoy más que nunca, este tema toma protagonismo por tres razones fundamentales:
- Crecimiento acelerado de la demanda: México está experimentando una expansión económica postpandemia, con sectores como la manufactura, el comercio y la vivienda impulsando el consumo de electricidad, gas y combustibles líquidos. Esta presión adicional pone en jaque la capacidad instalada y la infraestructura de suministro.
- Transición energética en marcha: Aunque aún dependemos en gran parte de los hidrocarburos, México ha comenzado su transición hacia fuentes más limpias. Esto implica descarbonizar sin comprometer la confiabilidad del suministro, lo cual es un equilibrio difícil de lograr sin planificación y respaldo técnico.
- Inestabilidad geopolítica global: Las tensiones en Europa del Este, Asia y Medio Oriente están generando volatilidad en los precios de la energía. México, como importador de gas y derivados del petróleo, es vulnerable a estas oscilaciones.
La seguridad energética, por tanto, no es una opción secundaria: es el marco dentro del cual pueden prosperar o fracasar las inversiones en el sector energético.
Los desafíos clave para México en materia energética

Los retos son diversos y complejos, afectando tanto a las infraestructuras existentes como a las políticas públicas. A continuación, los más relevantes en el escenario actual:
- Capacidad limitada de refinación nacional: A pesar del avance en la construcción de la refinería Dos Bocas y de los esfuerzos de rehabilitación de instalaciones existentes como Tula, Cadereyta o Salina Cruz, México sigue dependiendo de la importación de combustibles procesados. Esto limita nuestra autonomía energética y eleva los costos logísticos.
- Reservas estratégicas insuficientes: El país cuenta con reservas de gas y combustibles líquidos que apenas cubren entre 3 y 5 días de demanda, lo cual es preocupante en caso de contingencias naturales, bloqueos o sanciones internacionales. Comparativamente, naciones desarrolladas tienen capacidad para resistir más de 30 días.
- Intermitencia de fuentes renovables: La creciente participación de energía solar y eólica en la matriz energética mexicana es positiva desde el punto de vista ambiental, pero plantea un nuevo reto: su variabilidad. Sin soluciones de almacenamiento eficientes o respaldo térmico, la confiabilidad del sistema se ve afectada.
- Infraestructura de transporte envejecida: Muchos ductos de gas, oleoductos y redes eléctricas tienen décadas en operación sin mantenimiento adecuado. Esto no solo incrementa los costos por pérdidas técnicas, sino que eleva el riesgo de fallas mayores.
- Riesgos cibernéticos y tecnológicos: La digitalización del sector, si bien necesaria, también abre la puerta a vulnerabilidades que deben ser atendidas con ciberseguridad y protocolos modernos.
¿Qué está haciendo Pemex y el gobierno?
Tanto el gobierno federal como Petróleos Mexicanos han tomado acciones claras en respuesta a estos retos. Estas medidas buscan estabilizar el sistema energético y generar confianza en los mercados internacionales.
- Pemex ha aumentado sus inversiones en infraestructura estratégica, incluyendo la finalización de la refinería Dos Bocas, la reconfiguración de plantas existentes y el fortalecimiento de sus terminales de almacenamiento y reparto (TARs). Además, participa activamente en proyectos de ampliación de gasoductos, como el “Puerta al Sureste”, en colaboración con la CFE.
- La Secretaría de Energía (SENER) ha emitido normas para establecer mínimos obligatorios de almacenamiento estratégico de combustibles, incentivando la participación privada en este proceso.
- Se han promovido asociaciones público-privadas (APPs) para modernizar redes eléctricas y aumentar la resiliencia frente a desastres naturales o ataques cibernéticos.
- El Plan Nacional de Energía 2020-2035 ya incorpora el concepto de “seguridad energética integral” como eje rector. Esto significa que los proyectos futuros deben considerar no solo la rentabilidad, sino también su impacto en la estabilidad del suministro nacional.
Toda esta información es constantemente actualizada en medios especializados como NoticiasPemex.com y MexicoInviertePemex.com.
Tabla: Retos y estrategias en seguridad energética para 2025

Reto | Estrategia 2025 |
---|---|
Baja capacidad de refinación | Refinería Dos Bocas, modernización de Tula, Cadereyta, Madero |
Poca capacidad de almacenamiento | Construcción de nuevos TARs y almacenes subterráneos privados |
Intermitencia de renovables | Implementación de baterías industriales y respaldo térmico con gas |
Infraestructura obsoleta | APPs para modernizar ductos y redes eléctricas en regiones críticas |
Ciberseguridad energética | Protocolos federales de monitoreo y protección de datos críticos |
¿Cómo impacta esto en las inversiones?
El entorno de seguridad energética influye directamente sobre la evaluación de riesgos que realizan los inversionistas. En mercados donde el suministro es inestable, el capital tiende a ser más costoso, los retornos menos previsibles y la exposición política mayor.
En cambio, México —gracias a estas políticas y esfuerzos institucionales— está reduciendo progresivamente su exposición a riesgos energéticos graves. La claridad en sus planes, la participación de Pemex como eje articulador de proyectos y la apertura a inversión privada generan un entorno más confiable.
Además, los inversionistas están encontrando nuevas oportunidades en sectores vinculados a la seguridad energética: almacenamiento, logística, digitalización, sistemas de respaldo, generación híbrida… Todo esto con tasas de retorno estables y beneficios fiscales interesantes, sobre todo en proyectos sustentables.
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